Imagina que un día empiezas a apasionarte por la cocina tailandesa. Al principio no tenías mucho conocimiento al respecto, pero conforme te vas interesando, empiezas a entenderla y a conocerla mejor: aprendes los nombres de los ingredientes, las recetas y las técnicas de cocina. Con el paso de los meses, y luego de los años, te conviertes en un chef experto en comida tailandesa.

Comida Tailandesa
Invertiste meses, o incluso años, de tu vida. Para ti, ese proceso fue una progresión gradual: pasaste poco a poco de no saber nada a convertirte en experto en el tema. Desde tu perspectiva, todo ocurrió de manera paulatina.

Ahora, siguiendo la misma historia, imagina que un día tienes que enseñarle a alguien sobre comida tailandesa. Si no tienes cuidado, podrías caer en lo que llamamos el punto ciego del experto.

La comprensión de ese fenómeno también llamado La Maldición del Conocimiento, fue popularizada por los economistas Colin Camerer, George Loewenstein y Martin Weber en un Artículo de 1989 en el Journal of Political Economy.

Lo que eso significa es que, a medida que nos volvemos más expertos en un tema, vamos olvidando cómo se siente y cómo se ve ese mismo tema cuando no tienes ese nivel de experiencia. Y esto puede ser un serio impedimento al momento de enseñar, porque nos dificulta empatizar con las personas frente a quienes nos estamos tratando de comunicar o a quienes queremos transmitir información.

Ser conscientes de que todos nosotros, sin importar el tema en el que ganemos dominio, estamos expuestos a experimentar esta maldición del conocimiento es el primer paso para lograr una comunicación más clara, incluso si somos mucho más expertos que las personas con las que estamos hablando.

Para lograrlo, es clave aprender a movernos entre diferentes niveles de la conversación.

Niveles de Conversación

Recientemente, el periodista conservador estadounidense Michael Knowles fue invitado por un canal de YouTube católico para hacer un ejercicio: explicar un concepto técnico, el de la misa latina. Lo interesante del experimento es que se le pidió explicarlo para cinco grupos diferentes de personas. Es decir, el mismo tema, pero en distintos niveles de conversación. Y sin meternos en polémicas, ni importar tu punto de vista al respecto, es valioso ver cómo un comunicador profesional intenta explicar el mismo concepto a audiencias diferentes:

 

Lenguaje y Claridad: Lo que Dice la Ciencia

En 2025 se publicó un artículo llamado Cómo las Personas no Expertas Evalúan Explicaciones Científicas que Contienen Jerga Técnica en Nature Human Behaviour, que es la publicación de Ciencias del Comportamiento de Nature sobre un estudio conducido por el psicólogo Francisco Cruz del Departamento de Psicología de Princeton.

Satisfacción y Comprensión de Contenidos Científicos

En este estudio se condujeron 9 experimentos controlados con una muestra de 6,698 personas no expertas en temas científicos.

La lógica del estudio fue exponer a estas personas a 3 tipos de explicaciones sobre temas científicos en diversos formatos, controlando la variable del nivel de jerga científica usada en cada explicación. El estudio es fascinante

Estas fueron las conclusiones más importantes:

El uso de jerga técnica baja el nivel de comprensión en los 3 tipos de explicación

En estos experimentos, a la gente se le daban explicaciones científicas con y sin palabras técnicas. El resultado fue consistente: cuando el texto tenía jerga, las personas sentían que entendían menos, sin importar si la explicación era mala, regular o buena. Ese descenso es grande y estadísticamente significativo (efectos negativos alrededor de −0.5 a −0.6 puntos en una escala de 1 a 7, con p < 0.001). O sea: la jerga hace que la explicación suene más difícil de seguir.

El uso de jerga técnica aumenta el nivel de satisfacción solamente en explicaciones circulares

Los autores comparan tres tipos de explicaciones: unas muy pobres (circulares), otras medias (mínimas) y otras buenas (completas). La jerga solo aumenta la sensación de “qué buena explicación” cuando la explicación en realidad es circular, es decir, floja. En esos casos el aumento es claro (≈ +0.8 puntos, p < 0.001). Pero cuando la explicación ya trae mecanismo real (mínima o completa), la jerga no ayuda y a veces incluso empeora la evaluación.

Esto es porque la gente siente que se llenan huecos

Cuando una explicación es mala, el lector nota que “faltan piezas” para entender bien. Pero si esa misma explicación trae jerga, muchos asumen que esas palabras técnicas llenan lo que falta, aunque no sepan qué significan. Esa sensación de que hay menos huecos explica buena parte del efecto: en explicaciones circulares, la “sensación de huecos” media el aumento de satisfacción (efecto indirecto ≈ 0.48).

Los resultados son iguales con jerga real o inventada

Para comprobar que no es porque la gente sí entiende los términos reales, uno de los estudios fue usando palabras técnicas falsas (inventadas). Aun así, el patrón se repite: la jerga inventada hace que una explicación mala parezca más satisfactoria porque da la impresión de completar la historia. El efecto mediado por “huecos percibidos” sigue apareciendo (≈ 0.32). En pocas palabras: no tienes que entender la jerga para que te seduzca.

Poniendo en Práctica

Ten presente el “punto ciego del experto”

Cuando dominas un tema, tu cabeza ya no recuerda cómo se siente no saberlo. Ese es el punto ciego del experto: creer que lo que para ti es obvio también lo es para los demás. Antes de explicar algo, haz un mini-reset mental: asume que tu audiencia no trae tu contexto, tu vocabulario ni tus años de camino. Esa simple conciencia te obliga a bajar velocidad, ordenar ideas y elegir mejor por dónde empezar.

Coloca tu conversación en el nivel más apropiado para tu audiencia

No es lo mismo hablarle a alguien que apenas se asoma al tema que a alguien que vive ahí. Por eso, antes de arrancar, define el “nivel de conversación”: ¿qué tanto saben?, ¿qué necesitan decidir?, ¿qué les importa hoy? Si el nivel está bien puesto, tu mensaje cae en terreno fértil: no aburres al que ya sabe ni confundes al que apenas va entrando. Es como ajustar la altura del aro antes de tirar: aumenta la probabilidad de encestar.

Reduce el nivel de jerga

La jerga es útil solo cuando es necesaria. Si la usas de más, la gente entiende menos y se pierde; si la usas bien, te da precisión sin romper claridad. Regla práctica: cada término técnico tiene que ganarse su lugar. Si no es clave para el mecanismo, cámbialo por una palabra cotidiana; y si sí es clave, tradúcelo en una frase simple o un ejemplo rápido. Menos jerga, más conexión, y la idea viaja completa.

Bibliografía

Camerer, C., Loewenstein, G., & Weber, M. (1989). The curse of knowledge in economic settings: An experimental analysis. Journal of Political Economy, 97(5), 1232–1254.

Cruz, F., & Lombrozo, T. (2025). How laypeople evaluate scientific explanations containing jargon. Nature Human Behaviour, 9, 2038–2053.