Cómo Impartir una Presentación que Eduque con Empatía
La presentación educativa es la presentación que vemos con frecuencia en clases, seminarios o conferencias que persiguen propósitos de educación. Vamos a encontrarla justo en la intersección de disponibilización de información y comunicación empática.

No todos los maestros son buenos maestros, pero si lo piensas, muchas veces los mejores maestros que hemos tenido han sido aquellos que han conseguido ser empáticos con nosotros.
Una presentación con propósito de mentoría implica no solamente transmitir información, sino hacer el esfuerzo adicional por preguntarnos cómo este dato que estoy tratando de que este grupo aprenda encaja mejor en el cuadro de valores, en la cosmovisión y en el sistema de creencias de las personas en mi auditorio.
Un maestro que decide ir más allá de solamente transmitir información, y hace el intento de conectar con el auditorio, va a ser un maestro que no solamente enseñe, sino que se convierta en mentor de sus alumnos.
Igual que en los otros casos, esto no significa que los maestros solamente se encuentren en el cuadrante de disponibilización y empatía.
Un buen maestro sabe cómo y cuándo usar el resto de las habilidades de comunicación. Recuerda que esta no es una tipología de personas, sino de Tipos de Presentación.
Para dejar más clara esa diferencia: una misma persona puede hacer una Presentación Ejecutiva usando lenguaje asertivo y disponibilizando información. Esta persona podría hacerlo, por ejemplo, si tiene que hacer un reporte con sus jefes. Luego, la misma persona puede hacer una Presentación Promocional si se encuentra en la posición de vender sus productos o servicios. En ese caso, tendría que hacer uso de su lenguaje asertivo y hacerlo desde una mentalidad de persuasión.
La misma persona, cuando capacite a su equipo de trabajo, podría impartir una presentación educativa, siendo empático en la transmisión de la información.
Y esa misma persona podría impartir una presentación inspiracional o motivacional a su equipo de trabajo en otro momento, haciendo uso de su mentalidad de persuasión y su lenguaje empático.
¿Ves cómo no es que sean diferentes personas, sino diferentes usos que le damos a las herramientas con las que ya contamos?
Cuando tú, yo o cualquier persona nos veamos en la situación de tener que enseñar o capacitar, lo mejor es hacerlo a través de una presentación eductiva, con lenguaje empático y mentalidad de disponibilizar información.
Errores Comunes
La presentación educativa no solamente la vemos presente en el salón de clases o en el aula de capacitación.
También hay ocasiones en las que la divulgación especializada requiere usar presentaciones de mentoría para educar de forma efectiva a diferentes stakeholders.
Para ponerte un ejemplo, déjame compartir contigo una historia. El domingo de la semana pasada, mi esposa, mis hijas y yo fuimos a dar un paseo al bosque.
La idea era que mi hija, la más grande, buscara ardillas para darles de comer. Así que llegamos al bosque y, al llegar, nos sorprendimos mucho cuando nos dimos cuenta de que había un enorme mercado de productos locales.
Había muchísimo más barullo de lo que hubiéramos esperado, y desde luego que las ardillas no se dejaron ver por ningún lugar.
Pero en cambio, en esta feria que se hizo alrededor del mercado, casualmente se estaba celebrando cierto aniversario o una festividad relacionada al trabajo que hacen los bomberos.
Y en ese marco, cuando llegamos al claro del bosque, estaba empezando una obra de teatro guiñol para niños pequeños, explicando la importante labor que hacen los bomberos.

Llegamos justo cuando la obra estaba empezando, así que corrimos a tomar asiento y empezó el espectáculo. La historia era la siguiente: una persona había dejado basura en el bosque y había encendido una fogata.
Después de eso, irresponsablemente, había dejado la fogata encendida y se había ido, lo cual dio como resultado que el fuego traspasara los límites de la fogata y causara un importante incendio.
Las personas de la localidad rápidamente informaron a los bomberos, quienes fueron a toda velocidad a tratar de apagar el incendio.
En ese momento, un vecino bien intencionado se acercó a los bomberos, que estaban haciendo el arduo trabajo de apagar el incendio, y este vecino se acercó para decirles que quería ayudar y que cómo podría ayudar, a lo cual los bomberos respondieron que la mejor forma de ayudar era no estorbar, puesto que no contaba con la capacitación y el equipo de protección necesario para hacer la tarea.
Al final de la historia, los bomberos consiguieron apagar el fuego, y todos los animales salieron para festejar que podían seguir viviendo tranquilamente, mientras que las personas de las comunidades cercanas podían seguir en sus casas, que no habían sufrido daños importantes.
Te voy a ser muy honesto: antes de haber vivido esa experiencia, yo nunca le había dedicado el tiempo a explicarle a mi hija lo que hacían los bomberos, ni la importancia de su trabajo.
De hecho, yo mismo no tenía mucha claridad acerca de ciertos de los aspectos que se tocaron en esa breve obra de teatro guiñol.
Por ejemplo, cuando se acercó el vecino a los bomberos para ofrecer su ayuda, yo me imaginé pensando que probablemente yo hubiera hecho lo mismo si me encontrara en esa situación.
La verdad es que nunca me había puesto a pensar en la importancia de estar bien capacitado en protección civil para apagar un fuego. Y mi hija tampoco.
Pero al terminar la obra de teatro, mi hija estaba mucho más sensibilizada y educada sobre la importancia de no tirar basura en el bosque y de tener cuidado con los fuegos espontáneos que se pueden llegar a dar.
Este es un excelente ejemplo de una presentación educativa. Lo que hizo muy bien este grupo de personas, haciendo este esfuerzo de comunicación, es que no solamente hicieron una lista de los datos que tenían que conocer las personas, sino que hicieron un gran esfuerzo por construir un mensaje que fuera apropiado para niños.
En vez de ponerles un video institucional o una charla de un bombero, trajeron una serie de marionetas contando una historia muy sencilla, en el lenguaje de los pequeños que asistieron a la obra de teatro.
El problema con muchas presentaciones educativas es que hay ocasiones en las que quienes las imparten no tienen presente la importancia de adaptar el lenguaje al lenguaje del auditorio.
No es que lo hagan porque sean malas personas, sino porque no se les ocurre que pueda ser necesario.
Lo vemos, por ejemplo, en el caso de los mensajes médicos. Hay ocasiones en donde las personas que tienen el conocimiento científico no tienen la visión necesaria como para poder adaptar el mensaje al lenguaje del oyente.
Vemos este tipo de fenómenos, por ejemplo, cuando se invita a un médico experto a un programa de radio a hablar sobre un problema de salud pública. A veces ese médico puede ser un buen comunicador, pero a veces no. Y cuando la respuesta es no, la gente puede acabar más confundida de lo que estaba originalmente.
Esto no se ve solamente en divulgación científica al gran público. El problema se repite, a una escala diferente, en situaciones de divulgación científica especializada.
Por ejemplo, en Leaderlix hemos ayudado a empresas que están en el sector salud. Hemos trabajado con grupos de médicos especializados o subespecializados que tienen que ir a dar presentaciones de divulgación médica a médicos generales, personal de enfermería u organizaciones de pacientes, por mencionar algunas.
Lo que pasa mucho en este tipo de eventos es que, al ser la medicina un dominio del conocimiento que tiene un lenguaje tan especializado, muchas veces los presentadores no toman el tiempo para adaptar el mensaje a las personas que lo van a escuchar.
Pasa incluso en presentaciones que son de médicos especialistas para médicos especialistas que muchos de ellos están tan inmersos en el lenguaje técnico que no hacen el esfuerzo adicional de preguntarse: ¿de qué forma este mensaje podría llegar más rápidamente a mi auditorio?
La comunicación científica es un tema largo y apasionante del que podríamos hablar durante horas.
Pero lo que voy a decir por ahora es que uno de los errores más comunes que vemos en este sentido es el de que una persona que tiene que impartir una presentación de esta naturaleza no le dé suficiente importancia a adaptar el mensaje a quien lo va a escuchar.
Esto puede dar como conclusión dos resultados que no son tan positivos: el primero es que el mensaje, de plano, no llegue; el segundo es que sí llegue, pero como se me ha transmitido de una forma tan sosa y plana, me puedo olvidar de ese mensaje, o puede ser que no sepa cómo actuar ahora que tengo la información de ese mensaje.
La idea con la que me interesa que te quedes de esta conversación es que no importa si tú tienes gran conocimiento para propósitos de transmisión de información, educación o presentaciones educativa, es muy importante que, además de tener el conocimiento, cuentes con la intención y la voluntad de adaptar tu mensaje a las experiencias y perspectivas de tu auditorio. Hacer esto requiere propósito de educación y mentoría.
Para dar excelentes presentaciones educativas, no solamente es importante que lo hagas desde el punto de vista de la empatía. También es clave que tengas conocimiento y control acerca del tema que estás enseñando.
Uno de los errores frecuentes que yo veo es el de personas tratando de enseñar temas sobre los cuales no tienen dominio.
Aristóteles, en su tomo de Retórica, distingue tres principales habilidades para hablar en público.
- El primero es el logos, o la estructura racional de tu argumento.
- El segundo es el pathos, que es el aspecto emocional y empático de la presentación.
Estos dos elementos los vemos con mucha frecuencia en todo tipo de presentaciones, pero lo que en ocasiones nos hace falta tomar en consideración es el ethos, que es el prestigio o la credibilidad de las personas que se encuentran hablando en el escenario.
O sea, digamos en pocas palabras, para simplificar, que el logos y el pathos están relacionados con el mensaje, mientras que el ethos está mucho más relacionado con la autoridad que proyecta la persona que está transmitiendo el mensaje.
En su libro The McKinsey Way, Ethan M. Rasiel cuenta una serie de anécdotas interesantes acerca de cómo funciona desde adentro la empresa McKinsey, que es, como sabes, una de las consultorías de negocios más importantes que existen en el planeta.
Ethan cuenta, por ejemplo, la anécdota de un consultor junior que recientemente se incorporaba a la firma, y quien, como parte de una especie de ritual de iniciación, se le encomendó la retadora tarea de ir y presentar, frente a un director general de una empresa multinacional, una recomendación específica sobre cómo podría optimizar una determinada oportunidad de negocio en su empresa.
Cuenta que este consultor junior, que venía recién salido de su MBA en una universidad de gran prestigio en los Estados Unidos, aún así estaba nervioso, puesto que estaba a punto de presentarle a una persona de mucha más edad, de mucha más autoridad y, sobre todo, de mucha más experiencia en su propio ramo.
Ese tipo de retos enfrentan consultores en McKinsey, y en cualquier otro tipo de empresa que se dedique a la consultoría.
Ethan M. Rasiel explica la forma en cómo McKinsey lidia con este Síndrome del Impostor que personas con menos credibilidad pueden llegar a experimentar cuando tienen que dar presentaciones frente a personas de mayor credibilidad.
El secreto está en el manejo de la evidencia que tú haces en tu presentación.
Una cosa es compartir tu opinión, tu historia, tu mirada o tu punto de vista, pero algo completamente diferente es dar una presentación de mentoría en donde cargas con la enorme responsabilidad de enseñar a una nueva generación conceptos que muchas veces podrían superar tu propia experiencia. El secreto no está en saberlo todo ni en esperar a tener años de experiencia. El secreto está en aprender a hacer investigación de fuentes con credibilidad.
Así de sencillo: de hecho, una persona con muy bajo nivel de seniority en una empresa u organización puede, de pronto, ganar mucha autoridad solamente con el hecho de conocer la información y la evidencia.
La evidencia se presenta en muchos tipos de contenedores. De hecho, hay una clasificación que nos permite entender qué tanta credibilidad nos va a dar usar cierto tipo de evidencia.

El primer nivel de evidencia es la experiencia personal, que es un nivel que sí tiene cierta credibilidad, pero no tanta y solamente frente a ciertas personas.
La experiencia personal te permite dar constancia de primera mano de que un fenómeno o una situación determinada es verdad porque te ha pasado, y aunque el hecho de que te haya pasado a ti puede ser signo de credibilidad frente a ciertos tipos de auditorios, va a haber otros tipos de personas para los cuales la experiencia personal es insuficiente.
Frente a estos auditorios un poco más críticos y escépticos, puedes usar el segundo nivel de evidencia, que son los estudios descriptivos.
Cuando un estudio descriptivo está publicado en una revista de cierto prestigio en la industria, puede darnos como resultado que, después de leerlo, podamos entender de una mejor forma qué está pasando en un fenómeno determinado desde un punto de vista descriptivo. Aunque todavía puede tener elementos de subjetividad, al haberse realizado esta observación con método científico, tiene un poco más de credibilidad que la simple experiencia.
Se puede decir, para fines de este argumento, que un estudio descriptivo supera en credibilidad a la experiencia personal porque puede incluir múltiples experiencias personales. Entonces, ya no solamente es lo que dice una persona, sino una descripción un poco más objetiva desde el punto de vista de muchas personas.
Luego, en tercer nivel, tenemos los estudios observacionales, que tienen mayor credibilidad que los estudios descriptivos, porque los estudios observacionales ofrecen conclusiones derivadas de una observación un poco más sistematizada. Porque el estudio observacional es analítico, mientras que el estudio descriptivo solamente describe.
El cuarto nivel de evidencia son los ensayos clínicos aleatorizados, que ya vienen con un nivel muy importante de credibilidad.
Un ensayo clínico aleatorizado es un estudio en el que un grupo de investigadores, normalmente avalado por una institución de prestigio, una universidad o un grupo de investigación, plantea una hipótesis y procura validar dicha hipótesis a través de la integración de grupos aleatorizados, que a veces son doble ciego, y que ofrecen un nivel de certeza mayor, puesto que su nivel de replicabilidad es superior.
Lo que eso quiere decir es que, si un grupo de investigadores replica un estudio aleatorizado del otro lado del mundo, en general debería ofrecer resultados idénticos o similares.
Ahora, aunque muchas veces los estudios de refutación ofrecen información que invalida el estudio anterior, esta relación de propuesta-refutación, propuesta-refutación, propuesta-refutación le da a estos estudios mayor credibilidad.
De hecho, se puede decir con confianza que, en muchos sentidos, el consenso científico viene de los ensayos clínicos aleatorizados.
Esto no significa para nada que un ensayo clínico aleatorizado sea capaz de ofrecer la respuesta verdadera y final a un fenómeno determinado. Pero, con todas las limitaciones que conlleva la experiencia humana, puede decirse con confianza que un estudio clínico aleatorizado, al estar basado en el método científico, nos ofrece tanto nivel de certeza como podemos nosotros tener acceso.
Dicho eso, ningún estudio es final, y la perspectiva científica nos obliga a siempre estar cuestionando el status quo. Es así como conseguimos retarnos constantemente y llegar a lo que idealmente es una versión más cercana a la realidad objetiva.
Por poner un ejemplo: a mediados del siglo pasado, era parte del status quo que la fórmula materna podía ser mejor que la leche materna para nutrición de los recién nacidos.
Estudios recientes de finales del siglo pasado y a lo largo de este siglo han desmentido este supuesto.
Ahora sabemos que, aunque la fórmula materna puede tener propiedades fortificadoras, no hay nada que reemplace la leche materna que una mamá le da a su bebé. Y así es como la ciencia va avanzando: estudio por estudio, nivel de consenso por nivel de consenso.
El nivel más alto de credibilidad que el método científico nos puede ofrecer podemos verlo a través de los llamados meta-análisis.
Un meta-análisis es una compilación sistemática en la que se agrupan diferentes fuentes, permitiendo un volumen superior para la muestra analizada, y que, debido al cuidado metodológico al que se someten estos datos, nos puede dar conclusiones con un nivel de certeza superior al de un ensayo clínico aleatorizado.
Se puede decir, para fines de este argumento, que un metaanálisis es una compilación de ensayos clínicos aleatorizados, y que cuando se hace bien, nos puede aportar un valioso punto de vista que también puede ser difícil de refutar.
Disciplinas científicas, como puede ser la medicina, se van a basar en meta-análisis para hacer guías y recomendaciones, y aunque nuevamente la información evoluciona en cada generación, puede decirse que, a través de estos metaanálisis, podemos acercarnos a lo más reciente que sabemos sobre un tema determinado.
Ahora, dicho esto, es muy importante resaltar que todo lo que acabo de mencionar a veces es el deber ser, porque en la práctica, hay múltiples motivos políticos, de organización de información y de intereses particulares que manchan este sistema de generación de información.
Nuestro sistema de publicación de artículos y de financiamiento de estudios todavía tiene un largo camino por delante, y es verdad que, a menudo, hay datos que se quedan fuera por motivos no necesariamente académicos, sino por errores en el sistema. Eso es una realidad innegable que tenemos que reconocer.
Lo que esto quiere decir es que, inclusive si nosotros llegáramos a tener todo el conocimiento de todas las publicaciones que se hacen sobre un tema determinado, todavía está el elemento humano que afecta nuestro proceso de llegar al conocimiento.
Lo que eso significa es que no hay forma de tener acceso al conocimiento objetivo, pero este sistema de niveles de evidencia es lo mejor con lo que contamos. Y tenemos que conocer la información, a lo mejor para usarla o, si no, para descartarla, pero por lo menos tenemos que hacerlo en conocimiento de que existe esa información.
Yo no me puedo presentar a impartir una presentación educativa sin conocer el status quo, ni el consenso. Puedo cuestionarlo, indudablemente, pero una cosa es cuestionar el conocimiento sabiendo de qué se trata y otra muy diferente es hablar desde la ignorancia.
Es decir, yo puedo cuestionar lo que se sabe, pero si mi cuestionamiento está basado en la ignorancia, pues no voy a tener ninguna clase de credibilidad en mi presentación educativa.
Impartir una presentación de mentoría es algo que hacemos desde la empatía y la intención de poner a disposición información para nuestro grupo. Pero tanto la empatía como la credibilidad en la información son dos cosas que, en el ideal, son perfectas… pero en la práctica son profundamente imperfectas.
Eso quiere decir que nunca voy a lograr empatizar en su totalidad con un grupo de personas, así como tampoco voy a poder proyectar credibilidad y enseñar a la perfección la información y evidencia disponible.
Esto es porque somos seres humanos, y el acto de enseñar es falible per se. Entonces, el riesgo que todos los que enseñamos temas especializados a auditorios especializados enfrentamos, es el riesgo de fallar. El riesgo de intentar y no lograr. El riesgo de tratar de empatizar y, en vez de eso, alienar a mi público. El reto de contar mi historia y que esa historia no se reciba como yo intentaba que se recibiera.
Te voy a contar una historia. Hace muchos años, me invitaron a dar una presentación frente a un grupo de médicos de Centro y Sudamérica.
El evento fue en un hotel hermoso en una playa, y la presentación que yo les iba a impartir era una presentación sobre comunicación de impacto en presentaciones médicas.
Cuando llegué al recinto, quise visitar el salón para ver más o menos cómo iba a estar la disposición de las sillas, la iluminación y todo lo demás. El recinto era bellísimo por sí mismo: de un lado, el rústico paisaje de un hotel integrado en la naturaleza; del otro lado, el atardecer sobre el mar; y frente a mí cientos de butacas vacías que en poco tiempo se iban a ocupar.
Llegó la hora y empecé mi presentación y empecé a hacer mi punto. El auditorio reaccionaba bien y participaba con entusiasmo. En algún punto, compartí con ellos la historia que voy a contarte a continuación.
...
Cuando mi esposa se embarazó por primera vez, empezó a atenderse con su ginecóloga de confianza, que era una doctora joven y de mucho talento.
En una de las visitas, cuando ya estaba avanzado el embarazo, rutinariamente le tomó la presión a mi esposa, y salió un poco más alta de lo que debió haber salido.
La doctora se lo atribuyó a que seguramente mi esposa venía subiendo las escaleras para llegar a la clínica, y que eso había afectado la lectura, por lo que no consideró necesario hacer una segunda lectura en la misma consulta.
Semanas más adelante, mi esposa empezó a tener dolores en la espalda media, cada vez más intensos a lo largo del día. Y un día, a medianoche, el dolor era tan difícil de manejar para ella que acabamos llevándola a urgencias en el Ángeles del Pedregal en Ciudad de México.
Ahí la atendió un médico, quien le mandó hacer un ultrasonido general. Todo salió en orden. Ya por la mañana, a mi esposa le había parado el dolor, así que, por recomendación del médico que la había atendido y de su ginecóloga, se le dio de alta, y nos quedamos todos pendientes de si volvía a pasar.
Con el paso de las semanas, el dolor volvió (y en esa ocasión, más intenso) y, por diferentes motivos, mi esposa visitó a un médico, no en México, sino ya en los Estados Unidos.
Cuando ingresaron a mi esposa a la clínica, lo primero que hicieron fue que le sacaron 12 tubos de sangre para hacerle toda clase de estudios necesarios. Y fue ahí cuando nos enteramos, por primera vez, cuando mi esposa estaba a dos meses de dar a luz, que estaba expresando síntomas de un padecimiento llamado síndrome de HELLP, que es preeclampsia en su estado más avanzado.
Esa misma mañana programaron una cesárea de emergencia. Y gracias a Dios, mi hija nació.
Pasó dos semanas en la incubadora, pero hoy está bien y dando lata. Y gracias a Dios, los niveles de mi esposa volvieron a un estado normal.
....
El motivo por el cual les compartí esta historia a estos médicos fue para hablarles acerca de la importancia de tener información al momento de comunicarse frente a los demás.
Mi intención era poner ese acento al compartir que solo después de haberle hechos estudios de sangre más específicos se llegó al diagnóstico correcto.
Y aunque la gran mayoría de los médicos recibieron muy bien la presentación, algunos de ellos se acercaron a mí al final para decirme:
"Oye Gerardo, se me hace mala onda que hayas contado esa historia que nos hace ver mal a los médicos hispanos frente a los médicos americanos, porque hay muchas diferencias que se tienen que tomar en consideración."
De ninguna forma fue mi intención hacer sentir a los asistentes al evento menos, ni mucho menos decir que los médicos en México o en América Latina no son buenos y los de Estados Unidos sí. Esa jamás fue mi intención. Pero un par de ellos lo tomaron así.
Y recordar esa vivencia me permite ver que, aunque hay veces que tratamos de ser empáticos y compartir nuestra historia para lograrlo, en ocasiones puede llegar a pasar que se genere un efecto opuesto. Y aunque esto es algo que, con la experiencia, debería pasar cada vez menos, siempre estamos en riesgo de intentar acercarnos a la gente y que la gente no lo tome bien.
Sin embargo, tomamos el riesgo. Porque esto no significa que debamos dejar de intentarlo. La empatía es un resultado que a veces se logra y a veces no. Pero mientras más lo intentamos, mejor nos hacemos y más experiencia ganamos.
Lo que se requiere de ti para impartir una buena presentación de mentoría depende de cuál sea tu background o tu perfil de comunicación.
Puede decirse que hay dos tipos de personas que suelen encontrarse en la posición de impartir presentaciones de mentoría.
Las primeras son las personas que tienen un alto nivel de dominio de los datos y, por lo tanto, proyectan credibilidad.
Luego, por otro lado, están aquellas que no tienen este nivel de dominio de la información, pero que sí tienen mayores habilidades para conectar con empatía con el auditorio.
Si tú eres una de esas personas expertas y con acceso a la información, lo que tienes que hacer es volverte más empático al momento de acercar esa información a tu auditorio.
En cambio, si eres una persona que es alta en empatía pero carece de los medios de investigación y credibilidad para presentar información verídica, entonces necesitas desarrollar habilidades de investigación y apropiarte de los tipos de evidencia que he compartido contigo, para que puedas hacerlo con mucha más fluidez, y así ganar autoridad.
Ahora bien, si ya tienes bien desarrollados ambos aspectos, ¡pues a todo dar! Porque entonces lo único que tienes que hacer es seguir haciéndolo, seguir tocando vidas, transmitiendo el conocimiento y haciéndolo de forma humana y cercana para tu auditorio.
En Práctica
Hay muchas formas de impartir presentaciones educativas, si en ese momento estás preparando una, puedes pasarte en este script y después personalizar para hacer la presentación tuya.
Bibliografía
Aristóteles. (2007). On rhetoric: A theory of civic discourse (G. A. Kennedy, Trad., 2.ª ed.). Oxford University Press. (Obra original publicada ca. siglo IV a. C.).
Rasiel, E. M. (1999). The McKinsey way: Using the techniques of the world’s top strategic consultants to help you and your business. McGraw-Hill.
